Tiroides: la glándula que equilibra nuestro cuerpo

Pero ¿qué es la tiroides? Se trata de una glándula localizada en la parte anterior del cuello, que tiene una forma similar a una mariposa y que se encarga de la producción de las hormonas tiroideas, relacionadas con el control de las funciones vitales, el metabolismo energético, la asimilación de los diferentes nutrientes y la regulación de la temperatura corporal o la tensión arterial.

• TSH y hormonas tiroideas:
• Afecciones más comunes de la tiroides
• Otras afecciones menos conocidas relacionadas con la tiroides
• ¿Qué hacer para mejorar nuestro día a día si tenemos problemas de tiroides?

TSH y hormonas tiroideas

La tiroides trabaja conjuntamente con el hipotálamo y otra glándula productora de hormonas: la pitituaria o hipófisis. Esta sinergia tiene como objetivo la producción de la cantidad justa de energía que el organismo necesita en cada momento del día o situación, para poder realizar las funciones vitales y para cualquier tipo de movimiento corporal.

La TSH es la hormona liberada por la hipófisis que determina la transformación de las hormonas tiroideas T4 (tiroxina) en T3 (triyodotironina) cuando nuestro cuerpo lo necesita: concretamente, actúa a favor de una mayor producción cuando los niveles en sangre son bajos o inhibe el proceso cuando hay una alta concentración de hormonas T3. Es por eso que la TSH se conoce como la hormona estimulante de la tiroides.

 Afecciones más comunes de la tiroides

Seguro que conoces a alguien con afecciones derivadas de una alteración en el funcionamiento de la tiroides. La más común de ellas es el hipotiroidismo, causado por una baja actividad de dicha glándula, en ocasiones debido a una insuficiente ingesta de yodo.

Es una enfermedad que puede pasar desapercibida durante muchos años y desarrollarse lentamente, pues puede dar síntomas inespecíficos (como mala memoria, intolerancia al frío, edemas en las piernas, bajo estado de ánimo y cansancio) que pueden ser fácilmente confundidos con el envejecimiento natural, la menopausia o el estrés.  Otros síntomas más específicos son: somnolencia, pérdida de cabello, piel seca, bradicardia y estreñimiento o digestión lenta. Una analítica de sangre nos revelaría qué está pasando, para poder recibir el tratamiento hormonal adecuado en caso necesario.

Es importante comentar también que la T4 o tiroxina es la hormona más estimulante del metabolismo basal, es decir, a mayor cantidad de tiroxina mayor gasto de energía por parte de los procesos celulares.  Por eso, las personas con hipotiroidismo tienen tendencia a ganar peso (aunque en ello también influyen otros muchos factores, tanto emocionales como metabólicos y orgánicos).

El hipotiroidismo subclínico, en cambio, se caracteriza por una falla tiroidea moderada que causa concentraciones algo elevadas de TSH en la sangre, pese a niveles normales de T3 y T4. Por este motivo, para su diagnóstico también se suele solicitar una ecografía que analiza si existe una posible imagen alterada de la tiroides. Aun así, no es habitual llegar a recetar tratamiento hormonal ya que estudios recientes han demostrado una normalización espontánea de la TSH a los 2-4 años, en aproximadamente un tercio de las personas con este problema.

Otra alteración de la tiroides puede ser su agrandamiento de forma global o parcial por un crecimiento anormal de sus células, lo que desencadena la aparición de nódulos tiroideos o bocio. La gran mayoría de los nódulos tiroideos no suelen dar síntomas, se diagnostican de forma casual (al detectar un abultamiento), son benignos (el 95%) y están más relacionados con el déficit de yodo que con una alteración en la síntesis hormonal. Estos nódulos son más frecuentes en las mujeres que en los hombres y más a partir de los 40 años. En el caso de que presenten un tamaño muy grande pueden provocar dificultad al tragar, cambios en la voz o sensación de ahogo.

La tiroiditis de Hashimoto, por su parte, es otra patología de la tiroides causada por una reacción del sistema inmunitario contra la propia glándula, que acaba provocando una disminución de la función tiroidea o hipotiroidismo.

Contrariamente, el hipertiroidismo ocurre cuando la glándula tiroides produce más hormonas tiroideas de las que el cuerpo necesita, hecho que desencadena en nerviosismo excesivo, insomnio, palpitaciones, sudoración fácil, temblor de manos, pérdida de peso, diarreas y alteraciones menstruales.

Pero ¿cómo podemos conocer el estado de nuestra tiroides? La evaluación de la tiroides se realiza con una exploración del cuello, una analítica que evalúe la fu

nción tiroidea (TSH, T4 y autoinmunidad) y una ecografía para poder medir posibles nódulos, definir sus características y la necesidad o no de hacer más pruebas para descartar malignidad, como la gammagrafía o la punción aspirativa con aguja fina (PAAF). La gammagrafía tiroidea sirve para detectar problemas en la glándula, mediante un marcador radiactivo de yodo y una cámara especial para tomar imágenes de la zona.

 Otras afecciones menos conocidas relacionadas con la tiroides

• Tanto el hipertiroidismo como el hipotiroidismo pueden producir afectación de los músculos respiratorios y de la respiración.
• El hipertiroidismo se asocia a arritmias del corazón, mientras que las personas con hipotiroidismo pueden sufrir un desajuste en el metabolismo de las lipoproteínas (HDL, LDL, VLDL).
• En personas con hipertiroidismo también puede aparecer la oftalmopatía tiroidea, una enfermedad autoinmune caracterizada por edema e inflamación en los ojos. Puede durar meses o incluso varios años (si no se trata adecuadamente) y pueden quedar secuelas crónicas en algunos casos.

 ¿Qué hacer para mejorar nuestro día a día si tenemos problemas de tiroides?

Una persona con hipotiroidismo debería evitar consumir alimentos bociogénicos, es decir, aquellos que dificultan el aprovechamiento del yodo por parte del organismo, impidiendo que se pueda utilizar para fabricar las hormonas tiroideas. Son principalmente: col, berza, coles de Bruselas, coliflor, repollo, brócoli, nabo, yuca, espinaca, rábano, nueces, piñones y cacahuetes. La manera de evitar por completo este efecto bociógeno es consumir los vegetales cocinados y no beber el caldo de cocción. En el caso de los frutos secos, se aconseja tomarlos tostados en lugar de crudos. Tienes mucha más información sobre qué comer en caso de hipotiroidismo en este otro artículo del blog.

Si hablamos de prevención, una dieta equilibrada con alimentos no muy procesados y que incluya bastantes frutas y hortalizas debería asegurar una cantidad suficiente de yodo para preservar una tiroides sana. También hay yodo en la carne, en los cereales enriquecidos, en los mariscos, en las algas… De hecho, el complemento alimenticio Algas, a base de algas Fucus, aporta un refuerzo de este mineral que ayuda a estimular el metabolismo y promueve los procesos de depuración y eliminación de líquidos y toxinas. Si no estás tomando medicación para la tiroides y lo combinas con una alimentación saludable y ejercicio físico regular, notarás mejoría en tu peso y, también, en la apariencia de tu piel de naranja.

Ya sabes, los hábitos saludables una vez más te pueden ayudar en gran parte a conservar la salud y a un buen rendimiento de la glándula tiroides. Incluso van a ser tu mejor aliado si últimamente esta no está funcionando del todo bien. ¡Esperamos que todos estos consejos te sean muy útiles, no dudes en consultarnos si lo necesitas!