¿Y si tus defensas también estuvieran en tu barriga?

¿Sabías que tu sistema inmunitario se entrena desde que naces y que la microbiota juega un papel esencial en ese proceso? A lo largo de la vida, esta relación entre sistema inmunitario y microbiota será clave para protegerte de enfermedades y fortalecer tus defensas de forma natural. Sigue leyendo y descubre cómo cuidarla para vivir con más salud y equilibrio.. 

 

 

 

¿Qué relación hay entre tu sistema inmunitario y la microbiota?

Os planteo una comparación curiosa, pero muy clara.

Nuestro sistema inmunitario funciona como una inteligencia artificial (IA): necesita aprender. 
Es decir, que ir enseñándole qué es peligroso y qué no. Así, puede reaccionar lo mejor posible ante los patógenos que nos rodean. En los bebés, por ejemplo, como aún tienen sistemas inmunes inmaduros, reaccionan rápidamente con fiebre incluso de forma “exagerada”. Su sistema inmune no ha aprendido aún a distinguir entre distintos tipos de amenazas patógenas, así que es una especie de “por si acaso” defensivo. A esto se le llama sistema inmunitario innato: una respuesta inmediata pero inespecífica, que actúa mientras el sistema inmunitario adaptativo va “entrenándose”. 

¿Cómo aprende nuestro sistema inmune?

Conociendo a los patógenos (a medida que nos enfermamos o nos exponemos a ellos) y nuestros sistemas de defensa los recuerdan gracias a la llamada “memoria inmunitaria”. Por eso, algunas enfermedades, como la varicela, suelen pasarse solo una vez: nuestras defensas serán capaces de reconocer ese virus si vuelve a entrar en el cuerpo y responder con rapidez.

Pero no se queda ahí, un gran avance fue descubrir que podíamos entrenar a nuestro sistema inmune sin necesidad de enfermar: con las vacunas, inoculando el microbio debilitado previamente, para no desarrollar la enfermedad pero sí permitiendo a nuestras defensas “conocerlo” y estar preparados/as por si viene de verdad. 

Ahora bien, no todas las enfermedades funcionan igual, algunas pueden reaparecer porque el patógeno cambia con el tiempo (como pasa con la gripe) o porque la inmunidad que creamos es temporal.

A lo largo de la vida vamos a ir creando, de ambas maneras, lo que se conoce como sistema inmunitario adquirido: una manera de protegernos más personalizada y específica ante los gérmenes que nos rodean.

 

Microbiota y sistema inmunitario

En el momento de nacer y con la lactancia, la madre aporta directamente la microbiota al bebé.

De hecho, se ha mostrado que los bebés nacidos por parto vaginal y alimentados con leche materna, tienen una microbiota más sana que los nacidos por cesárea y/o alimentados con leche de fórmula. 

Poco a poco, de los 3 a los 5 años aproximadamente, el niño o la niña conseguirá una microbiota mucho más parecida a la de un adulto, según vaya exponiéndose a diferentes microorganismos y vacunas. 

Eso sí, la microbiota puede verse alterada por factores como: una dieta inadecuada, el uso de antibióticos, el estrés prolongado o ciertas infecciones (1), a esto le llamamos disbiosis.

Cuando esta “colonización” de microorganismos ocurre de forma adecuada – gracias a una buena alimentación, el contacto con el entorno, animales, juegos al aire libre y un uso responsable de los antibióticos (solo bajo prescripción médica) – estamos ayudando a nuestro sistema inmunitario a aprender: lo entrenamos (como a la IA) para diferenciar entre lo que tiene que atacar y lo que no (2).

Si en los primeros años el desarrollo de la microbiota es deficiente, el sistema inmunitario puede volverse más sensible y reaccionar de forma desproporcionada ante elementos que no representan un verdadero peligro, como si el “algoritmo” aún no supiera clasificar correctamente lo que es dañino y lo que no. Esto es lo que ocurre con
las alergias, el asma e incluso algunas enfermedades autoinmunes.

Nuestra microbiota también nos protege frente a infecciones, compitiendo con los “malos” por el espacio en el intestino. Además, produce sustancias antimicrobianas y fortalece la barrera intestinal. Por eso, cuando está equilibrada, trabaja en equipo con nuestras defensas,actuando como una red de vigilantes que cuidan de nuestra salud desde dentro (2).

 

Factores que afectan a la flora intestinal

Te voy a reunir los principales factores que pueden influir en el equilibrio de tu microbiota y, probablemente, muchos de ellos te llamen la atención por lo curiosos que son:

  • Cesárea: el parto vaginal es la manera en la que el bebé se expone a comunidades bacterianas del canal de parto (principalmente Lactobacillus, Escherichia y Baceroides). En cambio, en el caso de una césarea, el neonato entra en contacto principalmente con las bacterias de la piel de la madre y del entorno quirúrgico, como Staphylococcus, Enterococcus y Klebsiella (3).

 

  • Lactancia materna vs fórmula: la leche materna es rica en prebióticos naturales y bacterias beneficiosas para el bebé. Estudios evidencian una estrecha relación entre la lactancia materna y una menor respuesta alérgica del bebé, por ejemplo, al contacto con mascotas (4).

 

  • Dieta: probablemente la que más solemos vigilar. Sabemos que una dieta rica en fibra es sinónimo de una microbiota feliz. Evita los ultraprocesados y los azúcares, que son proinflamatorios. Los alimentos fermentados también son grandes aliados.

 

  • Antibióticos: acaban con los malos… pero con los buenos también.  Si se utilizan con frecuencia o sin prescripción médica, pueden arrasar también con las bacterias beneficiosas.

 

  • Estrés crónico y ansiedad: forman parte del día a día de muchas personas y no deben pasarse por alto. Afectan al eje microbiota-intestino-cerebro, alterando la motilidad intestinal y desequilibrando la composición de bacterias (5).

 

  • Infecciones: a veces las infecciones intestinales nos pueden dejar “huella” durante bastante tiempo a nivel intestinal: incluso las infecciones respiratorias pueden reducir la diversidad de nuestra microbiota intestinal (6).

 

  • Ejercicio físico: la actividad física diaria refuerza la diversidad de las bacterias intestinales y estimula la proliferación de aquellas que nos protegen. Sin embargo, los entrenamientos demasiado exigentes o el desgaste físico sin recuperación pueden provocar el efecto contrario (7).

 

Además, hay otras situaciones que también pueden alterar nuestra microbiota, como un sueño irregular, el mal descanso, la contaminación ambiental, el exceso de higiene y desinfección, la falta de contacto con la naturaleza y los animales, o incluso los viajes internacionales, que nos exponen a nuevos alimentos, aguas y entornos.

 

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Suplementos que apoyan el bienestar de nuestros aliados intestinales

Además de comer de manera saludable y con alimentos ricos en fibra, pre y probióticos, hacer ejercicio regularmente y no automedicarse, algunos suplementos pueden ayudarte a mantener tu microbiota y defensas sanas y fuertes:

  • Triptófano con Magnesio y Vitamina B6: ya he comentado que el estrés crónico afecta la salud de tu microbiota y aumenta la inflamación intestinal. Por ello, este suplemento nos ayuda a sintetizar más serotonina que mejora la comunicación entre nuestro intestino y cerebro, mejorando la inflamación intestinal.

 

  • Triptófano con GABA + Pasiflora y Magnesio: favorece la relajación del sistema nervioso y un intestino más relajado es un intestino que se mueve mejor, está menos inflamado y es más próspero para tus bacterias intestinales.

 

  • Aceite de Hígado de Bacalao: aporta vitaminas A, E y D, las cuales ayudan a mantener fuerte nuestra barrera intestinal evitando que penetren al organismo microorganismos patógenos.

 

  • Carbonato y Cloruro de Magnesio: actúan como reguladores del tránsito intestinal al disminuir el estreñimiento. Un intestino estreñido acumula sustancias que alteran el pH y la microbiota.

 

  • Levadura de Cerveza: contiene prebióticos que alimentan a las bacterias beneficiosas como Lactobacillus y Bifidobacterium.

 

Cuidar de nuestra microbiota es cuidar de nuestra digestión, de nuestras defensas, de nuestro estado de ánimo y hasta de nuestra energía cada día. 

Hacerlo es sencillo, siguiendo estas pautas y pequeños hábitos constantes: comer con conciencia e invertir tiempo y mimo en nuestra alimentación, movernos más, dormir mejor, aprender a gestionar el estrés y, cuando lo necesitemos, contar con la ayuda de suplementos que nos faciliten recuperar el equilibrio perdido.

Con un intestino sano, no solo digieres mejor, sino que tu salud en general mejorará y vivirás más protegido/a.

 

Referencias bibliográficas

  1. Rodríguez Romo, R. M. (2020). La microbiota y el sistema inmunitario (Cap. 3). En J. A. Barragán Garfias (Autor), Microbiota y autoinmunidad (pp. 21‑22). Editorial Alfil.
  2. Kim, S., Ndwandwe, C., Devotta, H., Kareem, L., Yao, L., & O’Mahony, L. (2025). Role of the microbiome in regulation of the immune system. Allergology International, 74(2), 187-196.
  3. Wang, X., Cui, H., Li, N., Liu, B., Zhang, X., Yang, J., … & Wen, D. (2024). Impact of vaginal seeding on the gut microbiome of infants born via cesarean section: A systematic review. Journal of Infection, 89(6), 106348.
  4. Sitarik, A. R., Havstad, S., Levin, A. M., Fujimura, K., Wegienka, G. R., Zoratti, E. M., … & Johnson, C. C. (2015). The infant gut microbiome mediates the association between breastfeeding and allergic-like response to pets in children. Journal of Allergy and Clinical Immunology, 135(2), AB154.
  5. Cai, M., Xue, S. S., Zhou, C. H., Feng, Y. C., Liu, J. Z., Liu, R., … & Peng, Z. W. (2025). Effects of fecal microbiota transplantation from patients with generalized anxiety on anxiety-like behaviors: The role of the gut-microbiota-endocannabinoid-brain Axis. Journal of Affective Disorders, 381, 131-149.
  6. Wu, H., Liu, Z., & Li, Y. (2025). Intestinal microbiota and respiratory system diseases: Relationships with three common respiratory virus infections. Microbial Pathogenesis, 107500.
  7. Wegierska, A. E., Charitos, I. A., Topi, S., Potenza, M. A., Montagnani, M., & Santacroce, L. (2022). The connection between physical exercise and gut microbiota: implications for competitive sports athletes. Sports Medicine, 52(10), 2355-2369.

 

Sigue informándote en Disbiosis intestinal: descubre la causa de tu inflamación.

 

Laura Casas Gutiérrez
Técnico Superior en Dietética y Técnico de acondicionamiento físico-deportivo y entrenamiento personal del equipo Ana María Lajusticia®.

 

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