Los síntomas de las piernas cansadas aparecen con más frecuencia e intensidad cuando la temperatura es alta y la presión atmosférica es baja. Se debe a una insuficiencia en el retorno venoso de la circulación de la sangre, que produce una dilatación por el estancamiento de ésta, filtrándose líquido a los tejidos.
Este problema afecta cada vez más a la población mayor de 35 años – sobre todo a las mujeres, debido a los desarreglos hormonales causados por la menstruación, los embarazos, la menopausia, etc. A veces consiste en una leve molestia, pero puede volverse crónica. No suele implicar la existencia de una patología concreta pero, en ocasiones, puede darse por una insuficiencia venosa que debe ser evaluada por un médico.
Los síntomas habituales del síndrome de las piernas cansadas son: pesadez, cansancio, dolor, hinchazón, calambres, parestesia y aparición de varices.
Para aliviar estos síntomas, es necesario evitar permanecer sentados o de pie durante largos periodos de tiempo y tener una vida activa para mejorar la circulación sanguínea (nadando, corriendo o paseando en bicicleta al menos 3 veces por semana). Estando de pie, es importante cambiar el peso entre las piernas con cierta frecuencia; en cambio, cuando estamos sentados, debemos procurar hacer pequeños paseos de vez en cuando y evitar cruzar las piernas. Elevar las piernas es otra acción que favorece el retorno de la sangre de las extremidades inferiores al corazón. También se recomienda el uso de medias compresivas, pero no de ropa ajustada alrededor de los muslos.
Ducharnos con agua fría disminuye la sensación de pesadez en las piernas porque favorece la circulación venosa y ayuda a relajar los músculos, así como masajear la zona al menos dos veces al día en sentido ascendente (empezando por los pies y terminando por los muslos), ayudándonos de Aceite de magnesio. De forma tópica, este producto nos ayudará a aliviar las molestias, la fatiga y al mantenimiento de los tejidos. Podemos completar la pauta tomando 2 comprimidos diarios de Magnesio Total 5, para que nos ayude desde el interior del organismo.
Otro factor fundamental es la alimentación: evitar el exceso de sal de adición y grasas saturadas, reducir el consumo de alcohol, café y bebidas gaseosas, beber entre 1’5 y 2 litros diarios de agua, incluir suficiente cantidad de alimentos de origen vegetal (ricos en fibra, vitaminas y minerales) y la suficiente cantidad de proteína, para favorecer la firmeza de los tejidos y el alivio de las molestias.
Apliquemos estos consejos y estemos alerta de los cambios en las piernas, prestando atención al cansancio o dolor, si rascan o arden, para detectar la posible aparición de venas varicosas, ya que no siempre son visibles.