En verano es muy fácil que los rayos solares penetren en el cabello y debiliten los folículos pilosos, causando pérdida de flexibilidad, deshidratación, encrespamiento y mal aspecto, y dejando un cabello seco, quebradizo y áspero.
Por eso, es básico utilizar gorra o sombrero (contra más tupido mejor) y protector solar capilar, especialmente necesario en los cabellos coloreados o tratados.
Además, el agua del mar tiene efecto lupa y el viento arrastra partículas que resecan y que pueden afectar a la coloración, al igual que sucede con el cloro de la piscina. Es importante aclarar la melena con agua dulce y reaplicar el protector tras cada baño.
Así, no debemos descuidar el tratamiento del cabello durante esta estación y la mejor forma es aplicando en cada lavado los productos adecuados (preferiblemente sin sulfatos ni parabenos) para devolverle su elasticidad y humedad naturales; reducir al máximo el uso de secador/plancha y aplicarnos mascarillas, al menos, dos veces por semana.
También existen algunos alimentos al alcance de todos que, aplicados de forma tópica, se relacionan con una mejoría del estado del cabello, como el aceite de argán (que aporta estructura y vitalidad), el aguacate (que gracias a su contenido de grasas saludables y su papel antioxidante ayuda a nutrir el cuero cabelludo) o la miel (que es hidratante). Sucede lo mismo con la ingesta de algunos suplementos nutricionales, como el Colágeno con magnesio, que contribuye desde dentro a regenerar los tejidos corporales, y la Levadura de cerveza, que mejora la calidad y el aspecto del pelo, la piel y las uñas.
Y, por último, cuando acabe el verano se recomienda sanear la melena cortándola como mínimo 1-2 centímetros, para eliminar la zona dañada y reforzarla.